Un paseo romano por el futuro
La otra noche soñé que un puñado de senadores romanos resucitaban en la ciudad de México volviendo a las andadas muy lejos de donde convirtieron el Gran Imperio. Los vi caminando entre el vaivén de la multitud que radiaba de prisa capitalina, hablando de política futurista y debatiendo sobre la prostituta de rasgos asiáticos que se les ofreció por unos pesos en la zona rosa.
La otra noche soñé que un puñado de senadores romanos resucitaban en la ciudad de México volviendo a las andadas muy lejos de donde convirtieron el Gran Imperio. Los vi caminando entre el vaivén de la multitud que radiaba de prisa capitalina, hablando de política futurista y debatiendo sobre la prostituta de rasgos asiáticos que se les ofreció por unos pesos en la zona rosa.
Interesantes, estos tipos tenían aspecto extranjero y portaban túnicas blancas cruzándoles el pecho, pero más interesante fue escucharlos reflexionar sobre las verdaderas funciones que debían cumplir como representantes del pueblo, unos eruditos, bien responsables que se veían.
Nada, ni la inquietud de entrar al McDonals por un mctrio con los detuvo en su camino por Avenida Reforma, primero cruzando El Ángel de la Independencia, después la Bolsa Mexicana de Valores, El Palacio de Bellas Artes (ahí se quedaron un rato), y la plancha del Zócalo capitalino frente a Palacio Nacional.
Nada, ni la inquietud de entrar al McDonals por un mctrio con los detuvo en su camino por Avenida Reforma, primero cruzando El Ángel de la Independencia, después la Bolsa Mexicana de Valores, El Palacio de Bellas Artes (ahí se quedaron un rato), y la plancha del Zócalo capitalino frente a Palacio Nacional.
El paseo fue increíblemente enriquecedor, y como no iba a serlo con tanta novedad, quedaron perplejos por todo aquello que atravesaba en su mirada acostumbrada al inicio del calendario, cuando de pronto llegaron hasta la casona de Xicotencatl del Senado de la Republica Mexicana, y sin más ni más murieron minutos después, dicen que fue de tristeza, y aunque mi sueño no detalló el motivo de tan abrupta desbandada de desmayos, todo parece indicar que fue por la depresión cuando constataron lo que hemos hecho con su legado. Que pena, quizás nos habrían servido de mucho en la facultad de derecho en la UNAM.
En la Cámara de los Senadores casi no hay abogados, en el Congreso tampoco abundan, pero ese no es el problema real que tenemos enquistado ahí, ellos aparentan ser los mejores legisladores cuando dan cátedra en el pleno pronunciando textos dictados por sus líderes de bancada, vaya que sí se ven unos expertos en términos legales. Estos señores de corbata y traje de primera se las gastan de lujo, pero; ¿en verdad representan al pueblo? ¿son en realidad voceros fieles de las necesidades de los mexicanos?. Una farsa de democracia.
En la etapa más democrática de Roma, los Senadores eran ciudadanos de distintas etnias religiosas y hasta los grupos sociales minoritarios tenían cabida, eran elegidos públicamente en un proceso establecido en la Ley -El derecho romano es el pilar de nuestra sociedad-. Democracia naciente, ellos la ejecutaron en todo su esplendor para responder efectivamente a las exigencias de su época. A la par de su ejercicio, los plebiscitos se convertían en actos sociales indispensables para encontrar un equilibrio en las decisiones que debían tomarse en el Senado, tales como brindar mayor cobertura de alimentos, salud, destinar menores recursos a los ejércitos y ofrecer mayor apoyo a la educación.
Buscaban consolidar una equidad entre la elite Imperial y su riqueza, que debía utilizarse para mantener la estabilidad social.
Hoy, en pleno siglo XXI, la Republica en la que vivimos carece de un sistema efectivo de democracia en las Cámaras de representantes, usted elige a los diputados y senadores (sin mencionar a los “pluris”), pero ellos no responden a la petición de sus votantes, es más, le aseguro que usted no conoce al suyo, cosa de mucho tiempo atrás.
Desgraciadamente nos encerramos en un círculo vicioso sin aparente salida, en donde los “representantes del pueblo” únicamente responden a las ordenes de sus líderes partidistas, quienes les indican el camino para hacer negociaciones políticas, declaraciones para la grilla, y por supuesto, generando iniciativas que derivan en aprobaciones de reformas mediocres y tendenciosas a favor de cierto sector.
México ya rebasa los 100 millones de habitantes y de esa millonada solo 500 mexicanas y mexicanos se sientan a debatir en nombre de la población, y ni así pueden. Por Dios, que falta de voluntad.
Mientras ellos se hacen bolas queriendo sacar la mejor tajada y acarrear beneficios para sus partidos, las ONGs han tenido que entrarle al quite para hacer recomendaciones y mediar su falta de criterio, ahora la pregunta es; ¿por qué existen estos consejos ciudadanos? ¿no se supone que para eso existen ya los representantes del pueblo en las cámaras?, este es un claro mensaje que su función es cada vez más pobre e irracional desde el punto de vista del estado de derecho y los poderes de la Unión.
Los afiliados a un partido deben pasar por una cirugía mayor, y deberían sentarse para tomar una taza de café sin grillar al otro, eliminar el egoísmo y la envidia.
Ni los afiliados al PRI, PAN, PRD, PT y los que le sigan, ni sus funcionarios elegidos, ni sus presidentes, ni nadie de estos, representan a la mayoría de los mexicanos. “Los sin partido” son inmensa mayoría, pero su quehacer en el día a día les impide participar en la funcón pública.
Es hora que quienes estén, sean los mejores.
Editorial de Luis Lauro Garza Mireles.
Publicado por Diario de Ciudad Victoria 2008
Siento que muchas veces la costumbre o el dia a dia nos hace olvidar la escencia y el significado real de las cosas,cuando ésto pasa se pierde el sentido y las personas dejan de creer o no saben en que creer.
ResponderEliminarPero también pienso que siempre es tiempo para retomar el rumbo y exigirnos mas.
Es tiempo de querer a México y de creer en México, cuando lo hagamos entonces no tendremos que emigrar para tener una vida mejor.