viernes, 26 de agosto de 2011

ELLOS SE JUGABAN LA VIDA


ELLOS SE JUGABAN LA VIDA

Luis Lauro Garza Mireles


Al apostar se jugaron la vida sin saberlo. Su ansia de ganar se convirtió en el verdugo que les arrebató la existencia de la forma más cruel, y solo podemos asegurar que ese crimen fue impulsado desde las entrañas más oscuras del ser humano.

Los casinos florecieron como nace la hierba mala en el monte que carece de campesino. La corrupción se convirtió en agua que regó esas intensiones de obtener riqueza a costa de la vida y la seguridad de los otros.

México es un país azotado por los negocios ilegales, que han sido el mal de males para la sociedad. La gente común ha caído en las garras del placer, desconociendo que detrás de ello se encuentra la perdición colectiva.

Cuando llegan por primera véz se sientan nerviosos frente a mis máquinas, quizá se deba a que soy legal e ilegal al mismo tiempo. Como si supieran lo que hay escondido en mis intereses, pero que nadie conoce con certeza. No puedo evitar percibir la sospecha en sus corazones, y eso también me delata. Ellos vienen a mí para saciar su necesidad de emoción y riqueza, me dejan su dinero para que de apoco se los arrebate a cambio de lo que buscan. Pero ahora les quite la vida, porqué aunque no fui responsable del incendio, mi existencia está vinculada por naturaleza con aquello que origina el crimen.

Cuando llegué sabía que me estaba jugando algunos pesos, pero ahora fue más que eso, aposté mí vida en la ignorancia, y la perdí. Porqué aquí el dinero se pierde y se gana, nada más, sin embargo esta véz fue distinto. Entregué mi último suspiro, las llamas me consumieron la piel y el alma. Es difícil explicar como fue que terminé ahí, buscando ganar dinero fácil, y sin darme cuenta terminé prisionero en la cárcel del placer, que me ha dejado encerrado por siempre.

Sobre los asesinos poco se sabe, con tanto delincuente en la calle es difícil averiguarlo pronto. Y es que hablamos de una sociedad enferma de muerte, que se estremece pero no responde. La violencia ha sido promovida por la impunidad, la falta de castigo a los asesinos insita a quemar todo el país.

En Monterrey murieron más de cincuenta personas, quemadas de golpe, y en 10 minutos la historia estaba sentenciada. Fueron inocentes de un delito, pero que otros cometieron por ellos, y pagaron justos por pecadores. Esa es la misma historia, que se repite en México como si se tratase de una novela trágica que no ha llegado a su final.

Las víctimas nos dejaron el pensamiento confuso, y se nos nubla más cuando vemos el cielo que parece llorar por ellos. Es como si la naturaleza reaccionara ante el odio y la indiferencia que existe en nuestro día a día. Y el que diga que a partir de hoy México está de luto, se equivoca, lo estamos desde hace mucho tiempo, y no quedan muchas lágrimas por derramar. Quizá por eso nos caen desde arriba.

jueves, 25 de agosto de 2011

FRONTERA DE LA VERGÜENZA


FRONTERA DE LA VERGÜENZA

EL PROCESO

Luis Lauro Garza Mireles


Es difícil saber si se trata de indiferencia, mala voluntad, incapacidad ó falta de visión. La frontera de México con Estados Unidos da vergüenza, y esa es la pura verdad aunque nos duela reconocerlo. A penas y cruzas hacia México y la cara se te pone triste, preocupada, incluso, de lástima. Eso no puede ocurrir en un país como México, porqué no estamos tan jodidos como para ver esos escenarios.

Los municipios de la frontera que tienen puentes internacionales dejaron al olvido su imagen, pasan los años y nadie se atreve a cambiarle el rostro a la puerta de nuestra nación. Las autoridades municipales no le dan la importancia a ese lugar “de paso”, pero es más que eso. Representa la percepción que brindamos al mundo sobre lo que somos.

Verdaderamente hablamos de la frontera más contrastante del planeta, entre el primer y tercer mundo no sabemos que hay, sino esto. Ahí, donde debería estar el segundo mundo, encontramos ciertas ganas de ver algo distinto, mejor presentado.

Ciudades como Reynosa y Nuevo Laredo son el ejemplo más claro de ese contraste, al cruzar el Río Bravo uno se topa con señalamientos viejos y caídos, basura, policías mal presentados, y que decir de aquellos vagos, víctimas de la migración y la pobreza de sus pueblos.

Es deprimente el panorama, y lo peor es que los responsables de cambiar esa imagen no se ocupan de ello. Parece que no les interesa y quizá están esperando a que alguien del otro lado venga y les enseñe como hacer las cosas bien. Porqué hay que decirlo, en Estados Unidos se hacen las cosas mejor, son la potencia del mundo y nos aplasta solo con la percepción que nos han impuesto. Permitirlo es mediocre.

Ojalá las plegarias de los mexicanos decentes se escuchen hasta donde tengan que escucharse. En municipios como Reynosa, Nuevo Laredo y Matamoros se gasta mucho dinero en obras públicas, pero quizá enarbolar esos lugares no deja tantas ganancias para las constructoras.

En fin, es así como los primeros metros de México se convierten en nuestra carta de presentación, una postal vieja, sucia, insegura, amontonada y descontrolada.

Algunos dirán que el problema se debe a que todos quieren ir para allá y no para acá, pero eso es normal tras ver la diferencia tan grande que se ve.

Insisto, la diferencia es abismal, al grado de parecer imposible, da vergüenza. No discutiríamos si México fuese un país miserable, pero el asunto es que no es tan espantoso por dentro, pero las orillas nos marcan una imagen para el olvido. Para el olvido de todos, menos de las autoridades.

jueves, 18 de agosto de 2011

EL DIOS DINERO


EL DIOS DINERO

El Proceso

Luis Lauro Garza Mireles


La gente puede perder la fe, pero el dinero jamás. Se puede decir que España es por tradición el país más católico del mundo, y resulta muy interesante que una parte de su gente proteste por una visita papal. A lo largo de la historia, su realeza ha tenido un vínculo que no se rompe, y parece no se romperá. Seguramente que todos los españoles irán por lo menos en una ocasión a la iglesia.

La visita de Benedicto XVI a Madrid ha sido esperada por unos, repudiada por otros, y aunque estos últimos son minoría, nunca se había percibido como tal. La principal crítica fue el gasto público en eventos religiosos. Para algunos es justificado, y para otros es ridículo, si tomamos en cuenta que España es el motor del catolicismo en hispanoamérica.

Nunca he sido ferviente de alguna religión, pero debemos reconocer que todos los seres humanos recurrimos a Dios en algún momento de nuestras vidas. Pero de apoco esa fe se ha ido perdiendo. En estos días parece que la gente se niega a creer en las cosas de más antes, en esas de sus padres y abuelos que inculcaban el hábito religioso y espiritual. Será porqué las nuevas generaciones rechazan los resultados obtenidos, ahora buscan en la ambigüedad la respuesta del fracaso social que vivimos.

Algunos consideran que existe una campaña de desprestigio contra la religión, no solo la católica, sino otras con miles de millones de creyentes. Eso es difícil de comprobar. Lo que sí sabemos es que las agencias informativas proporcionan a los noticieros del mundo temas sobre sacerdotes que violan niños y clérigos corruptos. Eso por supuesto ha tenido un impacto muy duro y negativo en la población, sobre todo entre los jóvenes que no tienen la convicción que quizá tienen sus mayores.

Debemos reconocer que los errores no han sido de la iglesia como estructura, sino de los hombres que la conforman. Y es que todavía no comprendemos que el problema de Dios y la Religión somos los seres humanos, que en este complemento natural e inevitable corrompemos la sabiduría de los libros, la ignoramos y la transformamos.

El Papa advirtió en Madrid que “una libertad sin Dios está tentando a la juventud”. Esas palabras se suman al temor global que existe por el liberalismo social y económico de la actualidad, que crezca sin orden y sin reglas. En anarquía. Otro de los mensajes que envió Benedicto XVI en España ha sido para que los jóvenes eviten el consumismo excesivo. Es interesante que un Papa hable de economía con los jóvenes católicos, y de regular su gasto, si tomamos en cuenta que el sistema que nos rige está basado en el consumo, es decir, si la gente deja de comprar la economía no funciona.

La visita del Papa a España ha sido más de alegría que de otra cosas, pero algo ha cambiado. La gente cree menos, incluso, tiene menos tiempo para ir al templo ó leer el libro sagrado que les acomodó el destino. Parece que hay otro dios en el que la gente confía, el dinero.

jueves, 11 de agosto de 2011

LA POBREZA URBANA ES MÁS DURA


LA POBREZA URBANA ES MÁS DURA

EL PROCESO

Luis Lauro Garza Mireles


Hace unos sesenta años la gente del campo inició un éxodo a la ciudad, lento pero constante. De los 80s en adelante, esta migración se ha convertido en la opción más viable para quienes se aburrieron de vivir en el campo. Muchos se fueron pensando que eran pobres entre la naturaleza, pero pocos se han dado cuenta que en la ciudad, pueden ser aún más.

La pobreza que una persona vive en el campo es muy diferente a la que se siente en las grandes urbes. Es cuestión de percepciones, porqué las carencias citadinas son más implacables, se comparan con las carencias de otros y ciertamente te esclavizan. La vida es más cansada, menos esperanzadora cuándo percibes que el trabajo es una obligación, y no se ve como parte de nuestra existencia.

En la aglomeración humana, muchos aspiran a trabajar menos y ganar más dinero. Buscan comprar lo que a su juicio es necesario y entonces entran al sistema de consumo como base de su estabilidad. Eso es ser feliz, tener lo que otros tienen.

En cambio, las cosas del campo son diferentes. El trabajo forma parte de la vida y su percepción de pobreza se basa en conocer que existen otros lugares donde están los centros comerciales, el Internet y las tiendas de marcas exclusivas. En apariencia estos productos y servicios te hacen la vida más fácil, y quizá es verdad, pero desconocen que eso también los expondrá a la infelicidad.

Lo que en realidad cambió en el mundo fue la forma de vivir en la ciudad, donde tener acceso a mayores productos y servicios se convirtió en la única aspiración hacia el bienestar. La pregunta sería, ¿es este un beneficio para todos?

Si un campesino tiene lo elemental y el trabajo que realiza se lo brinda, lo otro se convierte en una guerra psicológica por vivir en otro mundo. Ese es el mundo de la globalización, de trabajar para los otros. Una de las principales diferencias entre la pobreza urbana y la rural, es que la vida en el campo siempre fue igual y en la ciudad se transforma.

En México, la gente común le ha restado valor al campo. Los campesinos se han convertido en sinónimo de pobreza, aunque en otros países son el motor de la economía. Y es que los productos más vendidos en las ciudades vienen precisamente del campo, de las hortalizas, de las cosechas de verduras y cereales. El problema de los campesinos mexicanos es que esos alimentos vienen de otros países. A pesar de ello, esos hombres siguen sembrando por ahí y pastoreando por allá.

Se niegan a vender su tierra aunque les hagan pensar que son miserables. Viven en una casa modesta comiendo el huevo gallo gallina, bebiendo la leche de cabra. Para la mayoría eso es pobreza, porqué no tienen un Ipad en la mesa. Todo radica en encontrar las cosas que hacen feliz a un individuo, no a la sociedad en masa.

La gente pobre no sabe que lo es hasta que alguien se lo dice, ó se lo hace creer.