Los siete hijos de don Ramiro ya no volverán para cultivar las parcelas que con esfuerzo ha trabajado, ellos encontraron su lugar en grandes ciudades donde buscan ganarse la vida de una forma distinta a la de su padre, un agricultor.
De San Antonio a San Martín
Su mirada se clava en cada destello verdeamarela que sobresale, son 17 hectáreas que adquirió 32 años atrás a un pequeño propietario que nunca sembró una semilla en esta tierra, hoy, esa misma le ha entregado el sustento para seguir viviendo y llegar hasta los 83 que tiene andados por estos rumbos, de este lado y de aquel.
Fue en 1976 cuando encontró su destino. Decidió regresar de San Antonio, Texas para quedarse en San Martín, es el nombre de su rancho, que a decir verdad, es mas que un pedazo de tierra desperdigada llena de matorrales, es más una parcela frondosa, con aire de esperanza, quizás la mejor surcada de los alrededores, es como el milagro ante el abandono por la migración.
Don Ramiro camina con la cabeza agachada mientras cruza su mirada y se detiene repentinamente en un hormiguero con cientos de ellas moviéndose de un lado a otro, dice: “va a llover, esas nomás salen cuando viene el agua”. Cuenta que al principio nadie pensaba que en esta tierra se cosecharía algo como la alfalfa, pero ya tiene cuatro hectáreas que pronto se irán al mercado de un poblado llamado Sabinas Hidalgo, cerca de Nuevo Laredo; “He sembrado fríjol, maíz, tomate, chile, sorgo forrajero, trigo, melón, de todo crece aquí”.
La herencia perdida
Él es el menor de nueve hermanos, su padre los educó a todos por igual pero la enseñanza que le quedo fue la agricultura. Para don Ramiro hablar de la herencia que le dejo su padre es hablar de lo que ahora no podrá hacer con los suyos, a sus hijos los tiene muy lejos del campo.
La herencia perdida
Él es el menor de nueve hermanos, su padre los educó a todos por igual pero la enseñanza que le quedo fue la agricultura. Para don Ramiro hablar de la herencia que le dejo su padre es hablar de lo que ahora no podrá hacer con los suyos, a sus hijos los tiene muy lejos del campo.
Cuando los recuerda muestra orgullo por los altos vuelos que a su juicio han alcanzado, “cuando estuve en Estados Unidos procuré que estudiaran como se debe, uno de mis hijos es abogado y trabaja en Nueva York”, relata con la mirada iluminada pero a la vez con tristeza, al recordar que es casi imposible el que a Ramiro, el mayor de sus hijos, le dé por dejar todo lo que tiene en aquel país para trabajar la huerta de su viejo padre en algún punto escondido del tercer mundo.
Ellos están por ahí haciendo de la vida urbana un manojo de comodidades y servicios de primera, esa vida que es muy distinta a la que lleva don Ramiro Gonzalez Garza.
“A mis hijos les voy a dejar el racho, lo voy a dividir en siete partes iguales y que ellos lo vendan o hagan lo que quieran con el”, es así como sentencia el futuro de la producción agrícola de estos terrenos, mientras es escuchado por Héctor, el joven de 18 años que tuvo una suerte pegada al campo pero no de terrateniente, lo que sabe hacer es trabajar la tierra de otros, y aunque es la mano derecha del patrón, esta tierra ya tiene herederos.
Don Ramiro; un agricultor exitoso
“ ¡A cuanto vende la docena?”, preguntó la visitante, “25 pesos y del mejor que hay”, contestó apresurado; se lanzo por su tina y camino directo al maizal para traerlo recién cortado. Cuando habla de sus vecinos, recuerda los terrenos enmontados que no han recibido el trato de un agricultor, la mayoría son ejidos que están abandonados, tierras ejidales que a lo mucho tienen una que otra cabra pastando a la orilla del camino; “los ejidatarios no siembran ni un cacahuate…”, dice sonriendo ante la sorpresa de los oyentes, afirma que los ejidatarios se fueron a probar suerte al otro lado de la frontera.
Este hombre, que ya esta cerca del siglo, no se fía de nadie, él hace los negocios sin intermediarios, algo, que otros no lograron hacer.
Ya por la tarde, destellos de colores se forman sobre esta tierra, es como si la agricultura se animara para renacer, a tener ganas de ver parcelas así en cada rincón de México. Se le pregunta a don Ramiro sobre la hora en que se va a descansar, y contesta, “si no estuvieras, ya estaría recostado”. Seguramente se va pensando aún más en el futuro del rancho San Martin.
DEBE SABER QUE:
- En México hay 23 millones de hectáreas para sembrar, representa el 11.7% del territorio de la nación.
- En 2007 se estimaba que 10.3 millones de hectáreas habían sido trabajadas alguna vez, es decir, más de la mitad no ha sido explotada.
- En 2008 la SAGARPA espera producir 177 millones de toneladas en alimentos diversos.
- Durante el primer trienio de Felipe Calderón, Presidente de México, se tiene contemplado destinar 50 mil millones de pesos a PROCAMPO.
- El banco mundial revelo que la eliminación de aranceles para importar granos estimula la migración rural, el 25% de los campesinos ha salido de México en los últimos años.
Ya por la tarde, destellos de colores se forman sobre esta tierra, es como si la agricultura se animara para renacer, a tener ganas de ver parcelas así en cada rincón de México. Se le pregunta a don Ramiro sobre la hora en que se va a descansar, y contesta, “si no estuvieras, ya estaría recostado”. Seguramente se va pensando aún más en el futuro del rancho San Martin.
DEBE SABER QUE:
- En México hay 23 millones de hectáreas para sembrar, representa el 11.7% del territorio de la nación.
- En 2007 se estimaba que 10.3 millones de hectáreas habían sido trabajadas alguna vez, es decir, más de la mitad no ha sido explotada.
- En 2008 la SAGARPA espera producir 177 millones de toneladas en alimentos diversos.
- Durante el primer trienio de Felipe Calderón, Presidente de México, se tiene contemplado destinar 50 mil millones de pesos a PROCAMPO.
- El banco mundial revelo que la eliminación de aranceles para importar granos estimula la migración rural, el 25% de los campesinos ha salido de México en los últimos años.
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